Frenta a un contexto inestable, se imponen las coberturas de precios flexibles

Una sucesión de acontecimientos permitió capturar una buena rentabilidad en el ciclo 2021/2022; hacia adelante aparecen muchos factores que pueden modificar escenarios

El productor agrícola argentino intenta evolucionar en un contexto con la volatilidad en su máxima expresión. En dos años, la plaza granaria ha debido contabilizar la explosión de la demanda asiática entre 2020 y 2021 (primer impulso alcista en los precios); luego los fuertes recortes productivos de la cosecha gruesa en Sudamérica en 2021/2022 (segundo impulso); la guerra en Ucrania, y ahora la alteración en la ecuación económica que genera el alza en el precio de los insumos, informaron a La Nación.

Aun así, la sucesión de acontecimientos descripta ha permitido capturar una buena rentabilidad en el ciclo 2021/2022 (con excepción de los perjudicados por el clima). Es por ello que cerrar los números hoy es una decisión prudente e inteligente para quienes tienen necesidad de hacerlo. Pero situarse frente a la campaña 2022/2023 es un desafío que obliga a un planteo más elaborado. No resulta fácil hacerlo y no se recuerdan condicionantes similares en muchos años. Así las cosas, es procedente ensayar un cronograma de los eventos que, a nuestro juicio, es necesario monitorear de ahora en más.

Al momento de escribirse estas líneas (anteayer al mediodía) ese cronograma sería: 1) Expectativas de siembras en Estados Unidos, cuyo dato final de áreas se conocerá el 30 de junio, y avance de las tareas; 2) expectativas de siembra de maíz en Ucrania (cuarto exportador mundial), con pronóstico absolutamente reservado; 3) cosecha de trigo en el hemisferio norte en junio (más del 75% de la producción mundial); 4) la fluidez del trigo ruso por el Mar Negro (principal exportador mundial) y del eventual maíz ucraniano, con la Armada rusa prohibiendo el acceso al noroeste del Mar Negro (allí se encuentra Odessa, puerto principal de Ucrania), con áreas minadas y con minas a la deriva, y 5) el clima en Estados Unidos durante el período mayo/agosto (tradicional mercado climático), con climatólogos anunciando para esta temporada una situación de triple Niña, similar a la verificada entre 1999 y 2001.

Todo ello, en un contexto en el cual el precio de los alimentos es un problema mundial relevante, donde se habla de crisis alimentaria y de ayuda humanitaria a países deficitarios en la producción de los mismos.

Como si esto fuera poco, el plano local también plantea interrogantes de peso. El trabajoso acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no pareciera aclarar el panorama económico y menos el político.

Un comentario final: en 90/100 días es muy probable que todos los eventos citados ya sean interrogantes resueltos. En consecuencia, y frente a tres meses cruciales y con precios atractivos, la consigna es efectivizar coberturas flexibles.

El autor es presidente de Nóvitas SA