El monstruo ya fue creado. Un Frankenstein que vive tanto en el mundo real, como en el mundo imaginario, pero fundamentalmente habita en el mundo de las expectativas. Me refiero al monstruo del “dólar soja”. Una creación, que alimenta y retroalimenta, comportamientos por fuera de la situación normal en el comercio de soja.
La primera experiencia se dio en el período comprendido entre el 6 de septiembre y el 30 de septiembre pasados. Y, por “única vez”, funcionó el “dólar soja”. Durante ese tiempo, en lugar de recibir quien exportaba soja el valor oficial de 141 pesos por dólar, el exportador pudo acceder a 200 pesos por dólar al liquidar sus divisas en el BCRA.
Luego de embolsado los 200 pesos por dólar, el exportador trasladaba al productor una parte de esa diferencia pagando unos 180 pesos por dólar y así realizaron una jugosa diferencia en pocas semanas. Todo esto sucedía mientras el BCRA emitía más pesos para comprar los dólares que liquidaban los traders. La exportación pescaba tranquilamente en la pecera, informaron a La Nación.
La desconexión de los distintos valores de la misma moneda (dólar) generaron mil y una inequidades en toda la cadena. Nada golpea más al equilibrio de una cadena de valor que una política de doble o triple standard en el valor de una divisa.
Pero, la resultante de esto, y ahí es donde radica la parte más temeraria de la monstruosidad de la criatura, es que lo que se anunció que “fue por única vez” puede llegar a volver nuevamente, pero en esta oportunidad será: “por única vez, pero solo una vez más”.
Expectativa
Esa expectativa vive, se agiganta y afecta el comportamiento comercial de todos. No es que los productores pidan un “bis”, sino que el mismo dólar Frankenstein a través de trascendidos, se ocupa de agitar las cortinas del escenario, dando a entender que va a volver a entrar a escena en cualquier momento a hacer el mismo estropicio.
Mientras más expectativas existan de que vuelva “por única vez”, y que hasta pueda llegar multiplicarse para varios productos más aparte de soja, peor es la parálisis en el mercado.
No es fácil en la situación delicada en que se encuentran las reservas del BCRA y con los antecedentes de haberlo hecho antes, que sea creíble que no se vuelva a repetir algo similar. ¿En definitiva, quién al menos no tiene la duda que esto puede volver a suceder?
La criatura fagocita a sus propios creadores. Que ávidos de mercadería unos, y de divisas otros, esperan con ansias las ventas que ellos mismos paralizan, cuando se miran en su propio espejo.
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